Representación de proyectos

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Descripción

La representación de la evolución de un proyecto en arquitectura es un ejemplo interesante a la hora de plasmar ideas. El tipo de material que se va entregando en cada fase responde al grado de detalle que requiere en dicho momento.

En las fases iniciales, cuando el detalle todavía no aparece, el significado que comunican los materiales es mucho más amplio, abstracto y de mayor alcance que los detalles.

Los bocetos que se utilizan en las fases iniciales o de conceptualización permiten, a pesar de su simplicidad, entender los conceptos y rasgos más importantes que definen el proyecto. Es precisamente esta simplicidad la que permite enfocar la atención del usuario hacia los elementos primordiales de la idea. En el ejemplo de la imagen 1, el autor deja claras sus intenciones a nivel de asoleo, ventilación, estructura o integración con el terreno mediante pocos trazos.

Según va evolucionando el proyecto, el sistema de representación cambia y progresa desde una idea global para ir desgranando poco a poco todos sus componentes. Asimismo, evoluciona desde escalas 1:100 hasta llegar hasta los detalles más concretos, a veces, a escala real o 1:1.

Alzados de las fachadas de un proyecto de viviendas de OAB.
Fuente: http://ferrater.com/?oab_proyecto=viviendas-lesseps&idioma=_en.

A lo largo de esta transformación, el lenguaje visual va cambiando en función de lo que queremos explicar aprovechando al máximo cada uno de los elementos que componen la representación (escala, codificación, valor de línea, tramas, sombreados, escalas de color, etc.) para ayudar en la lectura.

En el ejemplo de la imagen anterior podemos ver cómo los grosores de línea, sombreados y escalas de grises nos ayudan a apreciar el volumen, identificar sus componentes y entender la fachada como si fuera un elemento tridimensional a pesar de estar representado en dos dimensiones.

Es de gran importancia tener siempre muy claro qué queremos transmitir en nuestra representación visual y, en función de eso, cuál es el grado de detalle necesario, así como el equilibrio adecuado entre concreción y abstracción. De esta manera, será más fácil plantear desde un inicio qué estilo utilizar.

En las partes finales del proyecto arquitectónico, las ideas se trasladan a elementos construibles. Es necesario describir lo más concretamente posible cada uno de los componentes del proyecto, representando todos sus detalles, para que puedan ser interpretados por los industriales que lo fabricarán. En la imagen que aparece a continuación, se muestra un detalle de la sección de una pared exterior.

Detalles constructivos para la construcción de una fachada.
Fuente: https://www.pinterest.es/jhenglund/passive-house/?lp=true.

Otro ejemplo similar al del proyecto arquitectónico en el que se ve reflejada una información muy compleja de manera comprensible es el de los planos de metro, ya que resuelven de manera acertada qué información es necesaria para el usuario y plantean la visualización en estos términos. Además, tienen la capacidad de presentar la información de manera abstracta mediante muy pocos elementos, lo que permite, incluso, una lectura transcultural.

La mayoría de los planos de metro derivan del primer mapa diagramático del metro de Londres, diseñado por Harry Beck en 1931. Beck consideraba que, dado que el metro viaja la mayor parte del tiempo bajo tierra, las ubicaciones físicas de las estaciones son irrelevantes para el viajero, que solo busca cómo llegar de una estación a otra. Así, mediante la simplificación de la representación de los elementos, se mejora la legibilidad de su significado.